Mi padre
era comerciante italiano y madre criolla. Realice mis primeros estudios en
el Real Colegio de San Carlos, con mi hermano Francisco en
España.
Estudie leyes en Salamanca, Valladolid y Madrid,
recibiéndome de abogado en la cancillería de Valladolid en 1793.
La Revolución Francesa (1789) me envolvió en sus ideas: libertad,
igualdad, seguridad, propiedad.
En 1794 se crea el Consulado de Buenos
Aires y me nombran Secretario perpetuo, por lo que me traslado hacia mi
patria.
Fui uno de los mentores del Regimiento de Patricios,
formado para defendernos de la próxima invasión, siendo electo Cornelio
Saavedra como comandante.
Fui nombrado jefe de estado
mayor, pero tiempo después retomé el cargo del Consulado hasta renunciar en 1810, para participar en la gesta de lo que sería la Revolución de Mayo.
Participe del
cabildo abierto del 22 de mayo y el 25 fui elegido vocal de la Primera
Junta de Gobierno. Sin ser militar profesional, me nombraron general al mando del ejército libertador del Paraguay,
siendo derrotado por tropas numéricamente muy superiores en la batalla
de Paraguarí y en la batalla de Tacuarí.
En 1812, me enviarón a Rosario (Santa Fe), donde idee una escarapela con los colores
celeste y blanco como distintivo para los soldados y con esos mismos
colores, cree la bandera que se enarboló por primera vez el 27 de febrero a
orillas del Río Paraná.
A comienzos de 1815 abandono completamente las
funciones militares y viajo a Europa, junto a Bernardino Rivadavia y
Manuel de Sarratea, en funciones diplomáticas.
Regreso a la Argentina
en 1816 para desarrollar una ardua actividad política a favor de la
independencia. Aquejado por una grave enfermedad, muero en Buenos Aires.
Escrito por: Pilar, Joaquin, Maximo, Franco, Lola, Martina.